Vasos

He probado todos los venenos que han caído cerca de mis ojos para darle el gusto a mi deseo. Y seguiré probándolos para darme cuenta que hay gente inmortal. Como el mismo Dios.
He llenado vasos y vasos –de lágrimas, de risas, de pensamientos, de golpes, de caricias, de saltos al vacío- y soñé tanto, pensé tanto, sentí tanto, escuché tanto, reí tanto que fui capaz de crear inmortales.
Ahora que ya no quedan vasos que llenar y nadie tiene ganas de llenarlos. Que no hay muñecos sin alma, ni miradas que ríen. Ahora que, como dijo uno, todo murió por la falta de tiempo y la ausencia.
Y la distancia.
Y los errores.
Y la impaciencia.
Y la comodidad.
Ahora que puedo desear suerte en la vida. Ahora que sonrío cuando recuerdo y ahora que ya nadie se queda a esperar a ver qué pasa en la mirada. Ahora que no necesito esconderme. Ahora que resucito de vuestra muerte soy capaz de ver una risa que se asusta y se desconcierta y pide paciencia.